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Si alguien alguna vez de mi vida me hubiese dicho que iba a acabar un Noviembre buceando en las cristalinas aguas de Filipinas, quizás no le hubiese creído. Nunca he sido especial amante del mar, siempre había sentido bastante respeto a las oscuras profundidades y a las corrientes marinas. Ya no.
Durante mi último viaje por Filipinas, además de atravesar las montañas y selvas del norte de la isla de Luzón, tuve la oportunidad de visitar la famosa isla de Palawan y recorrer sus interminables playas totalmente vacías (exceptuando las de El Nido, un lugar demasiado masificado para mi gusto). Aunque fue aquí donde conseguí escapar de los famosos Tour A, B y C que todo el mundo hace a bordo de las bankas, y tomar una ruta un poco distinta junto a los chicos de Ranmarc Dive, una pequeña empresa local situada en los callejones de la alborotada ciudad filipina.
A bordo de una pequeña banka, junto a los filipinos Abel y Gary, salimos a una vasta extensión azul de la que emergen las increíbles rocas y acantilados plagados de vegetación y fauna filipinas. Casi no nos cruzamos con otras bankas, ya que hemos ido en dirección contraria a donde suelen dirigirse los grupos de turistas durante estos soleados días hasta que llegamos a South Miniloc, nuestra primera parada y primera inmersión: una inmensa roca en cuyo pie se encuentra una ladera de arrecife lleno de vida marina, desde rayas, almejas gigantes, peces payaso, peces gato y en ocasiones, tiburones.
Un increíble lugar para bucear con una profundidad máxima de 21 metros (68,90 pies) cuyo fondo está compuesto de coral y arena prácticamente, así como de los escombros que se desprenden de la roca que se alza sobre este pequeño reino marino.
Después de varias inmersiones, volvimos a la banka y de camino a la nueva localización donde íbamos a hacer unas cuantas inmersiones más entre los pequeños laberintos submarinos hicimos una pequeña parada para disfrutar de una copiosa comida con frutas, verduras y pescado de la zona.
Y allí estábamos ahí otra vez, bajo el increíble acantilado de North Rock, un área con ocasionales corrientes marinas extremadamente fuertes y con una profundidad máxima de 27 metros (82 pies). El fondo marino, formado por roca y coral de vivos colores, creaba recovecos y pasadizos submarinos por los que adentrarse para obtener una perspectiva espectacular de la vida marina que allí abajo quedaba plasmada.
Una experiencia sin lugar a dudas recomendable para todos aquellos que quieran ver las increíbles maravillas que puede ofrecer Filipinas desde otro prisma.
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